Queridos todos:
Hace pocos días, hará una semana escasa, me llegó de mi querida Chantal Maillard el siguiente mensaje tan chocante como aterrador para una que, como vosotros, quisiera creer que vive en una democracia que respeta la libertad de expresión:
«Este artículo se envió a tres periódicos, el primero a petición del mismo. No se publicó. ¿Que es incómodo? Por supuesto. ¿Políticamente incorrecto? También.
Pero ¿por qué habríamos de pensar lo que todos piensan porque eso es lo que todos piensan?
Ruego, por favor, que le déis difusión.
Chantal«
Por eso, y porque comparto cada uno de los razonamientos argumentados en el artículo, lo comparto con vosotros y os ruego que lo difundáis, si así lo decidís.
El artículo lo he colgado aquí de una manera que me permite, más o menos, manter el formato original. No he conseguido justificar los párrafos dado que esta herramienta de la que dispongo no es muy completa. Lamento las molestias.
¿GUERRA JUSTA O CRIMEN ORGANIZADO?
Chantal Maillard
El fantasma de una tercera guerra “mundial” nos habitó cuando Putin lanzó su ofensiva sobre Ucrania. Tuvimos un tiempo de lucidez. Las primeras imágenes de los bombardeos fueron asociadas de inmediato al detonante de la anterior contienda: la invasión de Polonia. Pero esta ha pasado ahora a ser uno más de los seriales de los que se nutren los noticiarios. Cuando un tema deja de ser noticia para transformarse en serial, todo lo relacionado con él se normaliza. Lo he dicho muchas veces: convertidas a bits, las mayores atrocidades entran en el régimen de la ficción y la representación cumple con su oficio: entretener la mente. Y, si el serial se alarga o se repite demasiado, deja incluso de atraer la atención. Podemos seguir comiendo, o apagar el televisor y volver a nuestras rutinas. Ni las cenizas ni la sangre desbordarán de la pantalla, no alterarán el sabor de los alimentos. Normalizada, la destrucción no nos altera, el crimen se legitima y hasta se
condecora al asesino.
Será por eso, me digo, que no alzamos la voz. Será por su eficacia como actor que vemos a Zelenski, la figura política más calculadamente mediática en estos momentos,como un heroico representante de las virtudes patriarcales y no como alguien que por su incapacidad diplomática –digámoslo sin miedo– lleva miles de muertos a su espalda.
¿Cómo es posible que, a estas alturas, sigamos consintiendo que alguien decida enviarnos a matar o a morir? En el año 2003, George Bush, otro actor de la gran pantalla, decidió atacar Irak. El entonces presidente de España le estrechó la mano. Pero, al menos,los estudiantes respondieron. ¿Dónde está ahora la fuerza estudiantil? ¿O es que estamos todos convencidos de que esta es una guerra justa en la que todos hemos de colaborar? Ninguna guerra es justa. Cuando no se hallan maneras de resolver políticamente los
desacuerdos, la guerra no es otra cosa que la demonstración de la ineficiencia diplomáticao, peor, su inoperancia frente a los grandes intereses. Porque, no seamos ilusos: esta contienda no empezó con la invasión de Putin, las provocaciones fueron múltiples. Hagamos memoria, recordemos la Historia y tengamos claro a quienes benefician esta y otras guerras. ¿Son realmente los EEUU –donde los estudiantes duermen en sus coches porque la beca no les llega para pagar una habitación, donde la segregación racial sigue de facto y los sin techo se acumulan en las calles– el territorio de las libertades, como reza su propaganda? ¿Hasta donde llegará a rebajarse la UE en su humillante aceptación de los dictados de un territorio cuya democracia es, desde hace mucho, la expresión palmaria de la degradación del ideal que fue en otros tiempos? Se nos llena la boca con la palabra “democracia”, sin pararnos a pensar (mediocracia aparte) que no hay razón alguna que avale la idea de que una mayoría haya de tener más juicio o más sentido común que una minoría, ni tan siquiera que uno solo de sus miembros.
Hubo un tiempo en el que pensaba que cuando las mujeres ocupásemos puestos de poder las cosas cambiarían. Me doy cuenta ahora de mi ingenuidad: ¿de qué sirve reemplazar los ingredientes si el caldo está podrido? Lo que falla no son los agentes, sino las estructuras. Seguimos funcionando con el código de valores del patriarcado. La guerra forma parte de él. También el patriotismo y los monoteísmos. Y esto no cambiará mientras no nos pongamos a pensar de otro modo.
Religión y patria son dos palabras que arraigan en el suelo privado del verbo poseer. En sus márgenes quedan los muertos. Anónimos, colaterales, ellos son la materia prima –y el abono– de su violencia.
Chantal Maillard
Os invito que revisitéis otras entradas en esta web, en las que hemos podido disfrutar de la sabiduiría de Chantal Maillrd.
¡SALUD & ABRAZOS!
Maja
Si la política es conocimiento, análisis, reconocimiento, por parte de un individuo o de un grupo social que construye o fortalece la conducta ¿ no es esto cultura? El arte es cultura y con él se expresan muchas emociones, creencias y costumbres, entre otros elementos que se ligan a la política ¿entonces cómo negar el artículo de referencia? Actualmente pocos son los individuos y medios que nos resistimos a volver a caminar en cuatro patas y mirando al suelo.
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Muchas gracias Maja. Qué lúcida Chantall. Lo comparto. Un beso
palomaportero@gmail.com palomaportero@gmail.com
Tfno: 615 222 652
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Chantal Maillard es incómoda para los media, pero en absoluto lo es para quienes amamos el pensamiento crítico…
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Desde un pacifismo neutro, vago, abstracto y escéptico se deja caer el dedo acusador de la guerra de Ucrania (y de cualquier guerra, pues el tono que se usa en todo momento es de la más crasa generalización) en el patriarcado, el patriotismo, las religiones monoteístas… y los Estados Unidos. Hasta aquí, nada nuevo. La solución, que tampoco es novedosa y se cuida de no hacerse de forma explícita, debería residir en el otro lado, el opuesto: el feminismo, el ateísmo o alguna suerte de ritual profano, una especie de matriarcado o fatriarcado comunal… Perfecto, todo muy bonito. Tipos como Bush, Putin, Zelenski y un largo etcétera (la lista es interminable) son ciertamente unos indeseables repugnantes de la peor catadura. La autora relata que ya hubo un tiempo en que confió en posibles representantes femeninas que pudiesen mejorar las cosas, pero que a estas alturas ya ha perdido también la fe en las féminas que llegan al poder (digamos, por ejemplo, las presidentas de países como Islandia, Dinamarca, Finlandia o Noruega). Se pide cambiar de mentalidad, de pensamiento, de estructuras. Pensar de otro modo, ese es el recado. Si es muy fácil. Como siempre, la huida hacia adelante o hacia atrás. Como siempre, los huecos de la reflexión crítica se recubren con el viejo paño de los viejos sueños utópicos. Me permitan decirlo de manera franca y abierta: el artículo es ciertamente flojo, y el desarrollo del mismo no va más allá de lo que sugiere el título con su interrogante obviamente retórico: la guerra de Ucrania -en realidad, cualquier guerra, nos dice la autora- es un crimen organizado. No entro ni salgo en la cuestión de analizar por qué el artículo ha sido rechazado o “censurado” en tres o cuatro periódicos, pero si ello se debe por el simple hecho de emitir tal juicio (la guerra es un crimen organizado), la cosa corrobora un asunto que todos sabemos: la prensa en nuestro país es mezquina y cobarde con delectación. Ahora bien, mi comentario se centra exclusivamente en el texto, en su contenido. Reitero que me parece flojo y abusa de la generalización y de los deseos utópicos que nada tienen que ver con la preocupación a respecto de un conflicto concreto, especifico. Las guerras son injustas y son criminosas… pero se necesitan más alforjas para reflexionar más allá de la disyuntiva propuesta en el interrogante del título. Al final, el fondo del artículo es profundamente nihilista porque sabe que ese anhelo en “pensar de otro modo” (no dice cuál, como una réplica vacía de las pintadas de mayo del 68) no sirve para parar una guerra. Y no creo que la razón sea porque los cambios de mentalidad –que no sabemos si son para mejor- llevan décadas o siglos, sino porque sencillamente no tenemos remedio.
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Sin negar el fondo de la cuestión que plantea el Sr Miguel A. L., he de reconocer en cambio que su reflexión me resulta atiborrada, comprimida y hecha entrada a presión como la carne triturada en la tripa de una morcilla (y eso, me recuerda aquellos versos de un poeta asturiano, de cuyo nombre no me acuerdo, mencionando comparativamente la historia de la humanidad con la morcilla de su tierra ya que ambas, la historia y la morcilla, se hacen con sangre y ambas, se repiten). Que puede ser lo único que queda de esta extendida y triturada reflexión de D. Miguel, para disparar en todas las direcciones (alguna cosa alcanzará…!) y concluir que no tenemos remedio.
Pero por ello mismo yo, a título particular, claro, estoy convencido que la toma de conciencia de cualquier conflicto, tanto personal-íntimo como personal-colectivo o social, ha de pasar por abocar el mayor número y variedad de opiniones sobre los problemas a los que estamos conducidos, porque ella es la única via posible para desenredar el triturado minipimer de ciertas maneras de enfocar las cuestiones, que aportar destruyendo, no me parece la mejor ni la más elegante de las herramientas, sobre todo porque a pesar de todo, los humanos, muy por encima de nuestra memoria, estamos condenados a lo bello y no me parece inteligente cerrar la puerta a cualquier deriva del pensamiento enfocado en uno, cualquier problema.
Por eso, me permito introducir una-otra-la misma reflexión pidiendo que se abandone de inmediato, por pura salud colectiva, el sesgar los problemas que tenemos en funciones de género. Que la historia se hace con todo y con todos, como las morcillas. Y nos vamos a repetir.
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Muchas gracias por vuestra sinceridad y valentía. Somos muchos y muchas las que pensamos de forma parecida. Individualizadas, frustradas, desilusionadas, heridas, derrotadas quizás…pero no vencidas.
Mucho ánimo y un abrazo fuerte.
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Es demencial que los medios (prensa) tachen.censuren una opinión sobre este acontecimiento, bien fundamentado. Cultura es el conocimiento sobre cualquier materia, y en este caso hablamos de lo mas grave, una guerra con miles de muertos. Está bien leer poesía o historia, pero mas importante es que conozcamos sobre esta atrocidad y de esa forma intentar pararla. Esto es cultura con mayúsculas que todos debemos conocer. Quien lo desconozca o ignore sí se puede tachar de ignorante, cierta prensa pretende eso, que seamos ignorantes o mal informados por y para los de siempre, los poderosos.
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Totalmente de acuerdo .La pasividad de todos nosotros me subleva por dentro .El triunfo en cualquier guerra es concluirla . Gracias .
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Excelente artículo de Chantal, como todo lo que escribe.
Gracias Maja por difundirlo.
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Gracias por aportar un punto de vista interesante y tan lleno de verdad.
Es lamentable que la mediocracia sigua teniendo tanto poder. Todo mi ánimo a los que seguís ayudando a la verdad a salir de tanto fango mediático que nos llenan los ojos de pan y de circo.
Seguir así… Luchar siempre!!!
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Creo que nuestra ingenuidad viene a ser el disfraz de nuestras merdiocridades humanas, las cuales no aceptamos reconocer y las vestimos con los harapos proporcionales de una ingenuidad perversa y pervertida, que nos es más fácil apelar a nuestra ingenuidad infantil que venir a poblar de argumentos inquietantes nuestras limitaciones, nuestros miedos, nuestras confusiones…, en definitiva nuestra incomparecencia humana atiborrada de egoísmos y cobardías que alimentamos ciegamente delegando en nuestros políticos mediocres la responsabilidad que nosotros no sabemos, no queremos, atender…
Esa censura solo es un granito real de la arena del desierto en el que andamos enfangados desde antes de la historia. Lo ingenuo es creer que eso, ahora y aquí, es nuevo.
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Magnífico el artículo. Gracias por difundirlo. Y gracias por intentar hacer oír al sentido común en tiempos de «sinsentido común», que es el caldo de cultivo para provocar y legitimar las guerras, que, junto a la degradación ambiental, son el mayor signo del fracaso del ser humano como especie.
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Magnífico artículo que deja al descubierto una verdad incomoda. Tanto criticar a Rusia y esta habiendo la misma censura en España y en los países del entorno OTAN. Cualquiera que se salga del relato establecido y denuncie las injusticias que están cometiendo aquellos que dicen luchar por la paz y la libertad en Ucrania, son censurados y a poder ser cancelados o encarcelados sin pruebas de nada como le ha ocurrido a Pablo Gonzalez.
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Gracias por difundir este artículo.
Aunque, desgraciadamente, no me sorprende en absoluto su «no publicación», en poco tiempo será todavía peor.
«Parafraseando» a Forugh Farrojzad se podría escribir: «La vida es, quizá, ( para los que siempre mandan)/ encender una nueva guerra/ en el reposo narcótico/ entre dos actos «democráticos» muy bien dirigidos por los grandes medios de comunicación.»
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Aunque sobre todo, la política es juego y articulación del poder (por encima de todo)
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